viernes, 28 de febrero de 2014

Hoy desperté con la misma angustia que la tuya

Hoy desperté con la misma angustia que la tuya;
Aunque solo te muerdas los ojos con las pestañas

Tengo tu sangre en una taza
y tu boca en mi garganta

tengo tu imagen como metida en las venas
y no se puede salir

las ganas de volver a verte la cara
y taparte el cabello,
humedecerte los dedos
y reírme de ti de la forma tan cruel
con la que siempre me he reído

Conversar contigo hasta altas horas de la madrugada,
fumar contigo,
hacerte el amor como si fingiéramos
que no lo vamos a hacer
y morderte la mejilla,
tan solo morder tu mejilla; ¿Te parece?
morderte la mejilla y abrazarte hasta morir de angustia

Mi pequeño mundo ya no existe,
ese del que solo te hice parte a ti,
mis cinco milímetros ya no existen;
esos de los que solo te hice parte a ti

hoy desperté con la misma angustia que la tuya,
nos conocemos bien,
aunque a veces hubiese preferido no haberte conocido nunca. 

Sebastián Oyanedel Davison - Febrero 2014

miércoles, 12 de febrero de 2014

Café de madrugada

Tu cuerpo tiene olor a café de madrugada;
como en una taza vieja,
de las únicas que siempre ocupábamos
y con restos de ceniza y colillas al lado

A veces tienes olor a lluvia;
a ventanas mojadas
y calles húmedas,
pero esta vez tienes olor a café de madrugada;
muy distinto por cierto
al café de noche,
ese café tiende a ser mas amargo
y suele ser acompañado de un vaso de whisky,
en cambio el café de madrugada es mas dulce
y esta madrugada tienes olor a ese café

y cuando despiertas
puedo ver tu soledad desnuda y escrita
en un lenguaje animal

no era de esperar verte jugar con tus miedos,
esos que definen tu forma de ser
y de como vas a aparentar frente a los demás

pero cuando despiertas
y solo tienes olor a café de madrugada;
estás tan desnuda,
expuesta,
e incrédula;
como si todas las capas que te vas a poner después
no existieran

Estás tan sola,
desnuda,
despierta
y sola

Tu cuerpo tiene olor a miedo
y café de madrugada

Hoy día desperté lleno de odio;
pero tu, despertaste desnuda  

¿Te sirvo una taza de café?
mientras hierve el agua
podemos fumarnos
el olor a lluvia

¿Has visto como la piel se apega a los huesos?
y las arrugas que dejan tus sonrisas
forman líneas diagonales

¿Le has tomado el tiempo a una lágrima?
quizás no, porque le tienes miedo,
y al quemarte los labios
con el café caliente...
¿Le tienes miedo a quemarte los labios con el café?
el ardor no es mayor al morderse los dedos

Siéntate en la cama;
el café está listo,
tómale el olor a la taza;
ese es el olor que tiene tu cuerpo

Aun queda tiempo antes de ponernos las capas,
las ventanas amanecieron mojadas
y tu amaneciste desnuda,
sola,
con líneas diagonales en tu sonrisa,
con los fantasmas que tanto cuidas

Estás tan sola y desnuda esta mañana
que no alcanzo a imaginar
de qué color serán las capas de este día

Porque ahora eres de un color impuro,
rancio, 
indeciso,
confuso

Eres sola con tus miedos
y con el café en tus manos,
ese café que tiene el olor de tu cuerpo;
como en una taza vieja,
de la única que siempre ocupábamos,
tómale el olor a tu cuerpo hoy día,
es como un café caliente,
derramado,
oscuro,
desnudo ...
¿Te sirvo una taza? ... 

Sebastian Oyanedel Davison - Febrero 2014



martes, 4 de febrero de 2014

Aquellas noches en las que hablábamos tratando de describir lo que podría ser amor

Esta incongruencia cósmica
en la eventual paradoja superficial
de una condolencia inverosímil y catatónica;
que produce la reacción arbitraria y omnipresente
de una serie de eventos químicos,
dentro de la carne y los fluidos;
la humedad de una boca áspera
entremedio de tanta nicotina inversa
y lívida

te abraso los conductos desdibujados
y crueles;
entre tanto labio narciso y disociativo

La soledad ninfómana; mordida e intermedia,
mentida, limpia e incrustada;
en algún océano arcano
entremedio de las entrañas y la soberbia

El vicio de los dientes,
altaneramente gustativa e indeseable adictiva;
la ambigüedad de tu saliva,
como en un cementerio de pestañas
con la diversidad dispersa adjudicada
en los parámetros tántricos
de cada rasguño líquido,
ínfimo e incorruptible
que desprende la egolatría
de la carne subversiva

Te chupo las venas en este cántaro de leche lunática;
como diabólicamente besándote en la mente,
desvirtuando las matemáticas de tus recuerdos
con la ecuación ginecológica
de lo insanamente impuro y masoquista

las cuchillas de tu garganta se vuelven mas tibias
cuando compartimos el aire
y lo insoluble

Esa violación escurridiza que le haces a mi mente
se torna mas tolerable
cuando repasamos las materias
decomo jugar con el veneno
y lo sensitivamente insolente
y descuartizado,

Y aunque fuese por tal efecto
de lo escudriñable y temporal;
del estado anémico en el que nos predisponemos
a exponer nuestra ansia,

Aun así; el vacío puede ser
una acción electiva
de lo que no alcanzamos a inventar

Y es tal la sensación caótica
de ese pequeño espacio de tu mente
al que abres para mí;
que la dicotomía ventrílocua
de un silencio clitoriano,
se desmenuza en partículas verbales
y membranas arbóreas
de cimientos boreales
en una superflua interpretación
gramática

Te amo con todas las venas de mi cuerpo;
con toda mi soledad
y todo mi miedo,
sin conjugar el sistema nervioso imparcial
en la sincronización andrógina
de este desbalance ambivalente

Tanto cigarro rancio
y café de madrugada,
olor a alcohol en los vasos;
piel apretada
y ventanas entre abiertas

Te aprieto la piel
y te beso los párpados,
hablar de la soledad que hay entre tú y yo;
lamiéndote las palabras

Tu corazón bombea diabólicamente
en una playa medieval;
como si tragáramos vidrio
ylo masticáramos con tanto placer
como el que nos provoca planear
la arquitectura de una mentira

Ese diablo sonrojado y sodomizado
en un aperitivo de carne mojada
y vendimia de sangre

Muéstrame las uñas y la dependencia;
tu ignorancia
y mi vergüenza

Ahí; arrodillada y expuesta
a lo que conocemos
y estudiamos como impulso endógeno
Y vertical

El miedo desnudo aquí;
en la felicidad,
… Tengo miedo de que tengas miedo,
al yo tener miedo de tu miedo …

Y sabría reconocer los gestos de tu miedo;
así como el sonido del humo
que botas de tu boca
cuando compartíamos los cigarros

Sabría reconocer también
el whisky que queda en tu boca;
así como aquellas noches en las que hablábamos,
tratando de describir lo que podría ser amor. 

Sebastian Oyanedel Davison - Febrero 2014