jueves, 16 de agosto de 2018

¿En qué momento mis pies se despegaron de una tabla?



De ese suelo de órganos, de carne expuesta, vívida,
Suelo escamoso, fango fatuo, tierra con sangre,
De vísceras, venas y dientes

¿En qué momento mis pies se desconocieron uno del otro?
Ya no siento mis huesos
Y mis gusanos bajo tierra
Sólo esperan a que llegue mi carne

Sólo tengo mi sudario 
encarnado a la piel;
Olor a Imhotep,

De la madera la savia hasta el oído,
Mi jaula de catarsis
En cálido jade

El día en que el sol se descascare
Voy a voltear mis ojos hacia dentro
Para verme el cerebro
Y conocer mi sangre,
Mecer la cuna de mis pesadillas
Y encontrarte añorando
Las semillas de nuestras mentiras;
En el hemisferio frío de Mercurio 
Te besaré con dionisíaca simetría,
Seremos las curvas del espiral
Hasta que mi memoria siga enlazada a ti,
Estaré seis pies bajo tierra,
Con las tablas podridas y mohosas
Entremedio de las costillas,
El musgo y los hongos, comiéndose
Hasta el último residuo de mis tejidos

Hasta desintegrarme;
Y cuando me atragante de sed,
Lameré la misma humedad
De nuestras fotografías,
Que en algún tiempo 
Ni ojos tengan para ver

¿En qué momento mis pies,
Ya no sostienen el peso de mi cuerpo?

¿Dónde quedó la euforia?
Esa fuente de soberbia inmortal,
¿A qué vine a este mundo?

Me tragaría la voz,
Me deshilaría las pestañas,
Me abriría el estómago
Y te mostraría mi universo desolado

¿En qué momento ya no piso
Ese suelo de inframundo?

Sólo escucho morder,
A mis ciempiés 
desde las vértebras
Hasta mis oídos

Cuando esté bajo tierra,
Quizás mis larvas 
Se escabullan entre la madera,

¿Cuánta mierda en la cabeza
Debo de tener?
Para rasguñar las fisuras
De mi dimensión atrofiada,

Voy a vomitar toda la lava
Que carcome mis entrañas,
Sacarme la garganta,
Amarrarla al péndulo,
Rodar en proporción áurea
Hasta ser el caracol de primavera,
Masturbarme con mis quimeras,
Ser la serpiente eterna,
Blanquear tus ojos akáshicos,
Ser la basura alterna

Mis corazones son ríos de relojes ancianos,
envejecer con la cara al revés,
con huesos de ópalo cerbérico,
mis luminancias en sinástrica cuásar ,
tengo mis neuronas en el suelo
bordeando mis pies

Si me encontrase a mí mismo
Como un niño,
Mojaría mis pies y los secaría,
Tocaría su piel, sus dedos…

Serían quizás, distintos.

Escrito por Sebastián Oyanedel Davison - 2018

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