Ese sabor obsceno de narcisismo
labial;
en plena dicotomía dispersa,
chupando neuronas
caóticas de ambigüedad
¿Te enveneno?,
Suelo acostarme a tus pies
Y en la praxis involuntaria
de ese pacto andrógino,
como una orgía de ángeles
en verbo subliminal
La soledad suele tener muchos nombres…
Ven a morderme este dejo de
sumisión;
sobre la pera de la angustia,
que nuestras locuras han
preparado
para nosotros
Sonríeme,
el amor juega con nuestras
ideologías predispuestas,
Quiero lamer tu corazón
de la manera más diabólicamente
posible,
hasta que nuestros parpados se
estrujen de infelicidad
y nuestro equilibro mental
se convierta en leche para los
lobos
Estoy detrás de tu cuello
soplándote el oído,
cada día el mundo
suele achicarse mas
Estoy detrás de tu cuello
entendiendo tu olor,
la presión de tu alma,
y los fluidos de tu pecho
Por favor, acompáñame al
infierno,
nos verán de la mano
y nos aplaudirán como si fuera
nuestro cumpleaños
Las fotografías de muertos,
que dejamos velando en el umbral
de nuestro estado limítrofe,
nos servirá para recordar
la sustancia de la alegría,
esa que alguna vez
puso una hoguera en mi sangre
ellos tienen costras en las
espaldas
y llagas en la lengua
suelo abrazarme a ti cuando duermes,
¿Te desenredo las venas?,
Voy a cuidar
cada una de tus mentirosas palabras
para
atesorarlas en mi ego
¿Te cuento algo?,
te amo de todas las formas
en las que se puede describir un pecado.
Sebastián Oyanedel Davison - Abril 2014
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