Ese sabor a
atardecer que tiene tu lengua;
Con hambre
de soledad
Quisiera que
este momento no terminara nunca,
Cómo cuando
despierto a tu lado,
Escucho la
lluvia mientras duermo
No es
nostalgia,
Sino la
necesidad de atesorar el presente,
Acariciarte las
pestañas,
Entrar a ese
hogar que forman tus brazos
¿De qué
color será mi ataúd?
Puedo pedir
que el café de la madera
Sea lo más
similar al de tus ojos
Quizá no la
pueda mirar,
pero mi
cuerpo estará dentro de su hogar
ese ardor en
la garganta que me provoca el alcohol
suele
atesorar un momento,
vivimos tan
cómodamente en el vacío,
que ni recordamos
en qué momento entramos en él
hemos vivido
nuestras vidas sin errores,
y ese ha
sido el error más grande
Por eso; como
quisiera que este momento no terminara nunca,
Como quisiera
que este error no terminara nunca
Mi sonrisa
es tan falsa
Y la tuya
también
Somos de
esos que idolatran la falsedad
Y vivimos
resentidos,
Esperando que
nos digan cualquier cosa
Para decir
lo contrario
Ese soy yo;
Virgen ninfómana,
con hambre sexual,
Atormentado de
nada
Infantil,
soberbio, mal educado, subversivo
Y eso está
mal, tenemos que hacer lo que está bien
Rendir tributo
a la inteligencia y la madurez,
Regalar sonrisas
frente a la adversidad;
De lo
contrario seremos ejecutados
Por nuestros
pecados imperdonables
¿Te parece?
¿Estás de
acuerdo con mis reglas?
O nunca te
explicaron la fórmula de una
Validar cada
minuto; puede ser un pecado
Y una
herejía,
Pero recuerdo
que éramos herejes en aquella época
De brujas y
fuego,
El sol se
derretía en nuestras mejillas
Y los dedos
permanecían hundidos en los clítoris
De nuestras
semejantes
Nuestra alma
andrógina,
Drogada y
adormecida;
Coqueteamos con
la bestia, que vive dentro y nunca se despierta
Soy la
poesía más ridícula que puedas leer
En tus
noches de trago
Y soy eternamente
inconsecuente
Ese ardor de
los ojos cuando el humo del cigarro
Entra en
ellos,
Suele atesorar
un momento
Como quisiera
que este momento no terminara nunca,
Pero se va a
terminar;
Y ese es el error más dulce
De todos los
que cometemos a conciencia.
Sebastián Oyanedel Davison - Septiembre 2014
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