sábado, 6 de septiembre de 2014

Tengo unas ganas profundas de abrazarte

Y arrodillado ante ti,
Te beso la sangre de tus pies,
En medio de un bosque de soberbia
Y la cascada de dientes muertos
Que bañaron nuestros hombros mordidos

Tengo unas ganas profundas
De apretarte la espina dorsal
Y beberte los ojos

Aunque no encuentre tu alma en el cuerpo,
La sensación de extrañar es la misma

Estírame tu mano, déjame besarle desde abajo,
Soy sólo un miligramo de droga para tu soledad,
Abrázame en la cuna de tu crueldad,
En la más narcisa de las sumisiones,

Caminamos hacía el lago;
Dónde los esqueletos de los cisnes nos miran
Mientras nos besamos,
Y mientras nadan en el vino,
Yo chupo los dedos de tus manos;
Así como chupas el olor de las hojas secas
que guardas en tu diario

Ella era como un fantasma del medioevo,
Con el libido materializado en los labios,
Su sonrisa era simétricamente perfecta,
De esas que muerden los huesos

Y te quiero abrazar, tan profundamente
Hasta rezarle a tus latidos

Ella, reina inquisidora de castillos mediterráneos,
Voy a ser su amante de atardecer,
En un Septiembre impuro, de lluvia grisácea.
Tus ojos de licor madera;
Como un felino egipcio endemoniado

A la orilla de la playa;
Nos rasguñamos los recuerdos,
Apretándonos, como los cangrejos
Que llueven desde la luna

Me llevarás a la sombra de aquel árbol
En medio del mar,
Acariciando mi garganta,
Pellizcando mi carne

Eres la más sabrosa de las pesadillas;
De mis traumas infantiles,
Cuando los niños añoran un pecado angelical

Tu lengua tiene el color de un infierno morboso y subliminal,
Me incita a arrastrarme; hasta la víspera de esta memoria vúlvica
Tu juego de dientes y sabores
De recuerdos vacíos, sin imágenes.

Eres mi recuerdo de calor,
Aquel calor oscuro
De angustia y generosidad,
De perversiones, caricias infamas

He nacido enamorado de tu alma
Y enamorado de tus palabras,
Tu palabra más bella es: “Adiós”
Y espero volverte a encontrar, para volver a escucharla,
Y de nuevo sentir;
Unas ganas profundas de abrazarte. 

Sebastián Oyanedel Davison - Septiembre 2014











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