Fue cuando
te sacudiste en mis entrañas;
Revolcándome
y refregándome las quemaduras,
Te
arrastraste como la serpiente más brillante de este lugar,
Acercándote
a mi cuello para triturarlo,
Sacudiéndome
con esos dedos infernales;
Con un sólo
roce,
Porque
sabías que los huesos se me desarman
Con un sólo
roce
Y tus gestos
de ironía
A veces
pienso que has mordido un corazón recién extirpado
De tan rojo
que tienes los labios,
Si me
dejaras probar;
Podría por
un momento dejar de sentir
Esta lluvia
de abejas por dentro,
Si
refináramos nuestras mentiras;
Me acercaría
más a tu corazón
Y cuidaría
cada esquina de tu cuerpo
Y no tendría
la tentación de sacarme el cerebro
Y lanzarlo
hacia fuera,
Cuando los
nervios comienzan a intervenir
Y
distorsionarme el tiempo y la memoria,
La
coordinación de mis movimientos,
La conexión
de una palabra con la otra,
El sentido
común,
Esos
suspiros exagerados y sin vergüenza,
Porque estás
tan cerca,
Nos echaron
del infierno
Para volver
a pecar
Y ahora sólo
nos reconocimos,
Y el Karma
que cargamos
Es el que
nos hace vibrar
Y
encontrarle un sentido a todo
He guardado
un poco de mi locura
Para ti,
Sólo para
ti,
Ha estado
esperándote; ansiosa,
Sólo para perturbarte,
Nuestra ansiedad
es lo único real que tenemos
Y en ella
formaremos nuestro hogar de espinas
Para despertarnos
cada mañana sangrando
Lamiéndonos
las heridas,
No hay
porque arrepentirse;
Nuestros errores
son lo más sano que podemos compartir
Y tengo todo
mi pecho abierto para que entres en él,
Y conozcas
mi universo.
Sebastián Oyanedel Davison - Septiembre 2015
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