Estoy sumido
a lo que quiera tu mente,
Arrodillado
en esta herejía labial;
Desquiciada
e involuntaria,
Estoy
sometido a la dictadura de tu mente
Mordiendo la
almohada,
Lamiendo la
sábana
Este
infierno de carne y humedad;
Tus labios
tienen el color del atardecer,
Muérdeme el
alma,
Lámeme las
perversiones,
Lo incorrecto
y desvirtuado,
Lo ambiguo y
desequilibrado
¿Quieres
verte al espejo mientras lo haces?
El morbo de
la tortura,
Aquí arrodillado
junto a ti
En los
altares de la vergüenza
La suciedad
de nuestras acciones;
Corrompidas,
Mojadas,
Escondidas,
Insanas,
Venenosas,
Amante del
veneno,
El color del
veneno
Es como el
de tus labios
Deja que el
cuchillo te lama la saliva;
En nuestro
pacto de piernas,
Sométeme
Quiero ver
tu infamia,
Arrástrame,
Báñame y
Límpiame
A ver; muéstrame
como es ir gateando con las cadenas,
Hay un jardín
de pecados, que me gustaría enseñarte
Todo es
diabólicamente puro,
Como las
abejas mordiéndonos las costillas
Te amo tan
enfermamente
En esta
fantasía coaxial;
Hazme un
concierto de gemidos inocentes,
Fotografíate
los muslos,
La punta de
mi lengua
Sobre tus
hombros,
Tus uñas
Sobre mi
cuello
Esto es la
muerte en vida
Tus pestañas
lívidas,
Y pervertidas,
El olor de
tus labios
Y este
infierno eterno
Me recuerda
la praxis
De tus
palabras,
Esta paradoja
carnal
Ponte en cuclillas
¿Ves el
brillo de la fusta?
Quiero hacerte
un regalo… ven; acércate
Levanta el
mentón, mírame;
Tengo algunos
juegos dentro de mi mente que te pueden gustar
Y los vamos
a jugar ahora,
No me
importa si no quieres, porque no pregunté si querías,
Y tampoco me
interesa,
Para empezar
vas apretar los ojos
Y a morder
esto,
Desde ahora
sólo me vas a escuchar.
Sebastián Oyanedel Davison - Diciembre 2014
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