Y ¿Si me
invitas a conocer los monstruos de tu cabeza?,
Esos que
guardas tan celosamente,
Quizás; ya
los conocía de antes
Sólo una
taza de café nos basta para someternos a esta tortura,
Qué manera
más dulce de hacernos daño,
Ven aquí,
siéntate un rato conmigo,
Estimula mi
creatividad,
Expónme a
pensar mal de ti,
No sabes las
ganas que tengo de morderte el oído,
De jugar
entre tus venas,
De escucharte
respirar,
Llévame a tu
mente
Y no me saques
más de ahí,
Tú no sabes
cómo y todo lo que te he pensado,
Me gastaste
todas las neuronas,
Y ¿Ahora? … ¿Qué
más sigue?
No te vengas
a hacer la humilde conmigo,
No nos veamos
las caras
Entre ególatras
Estás tan
dentro de mis sentidos,
Que ya no sé
si eres real,
Y aun así
tienes el descaro
De sonreírme
como si nada hubiese pasado,
Y con aquel
mínimo movimiento de tus labios;
Ya es
suficiente,
Tan sólo con
una de tus palabras;
Y estoy
nervioso,
Como si
fuera lo único necesario,
Tan sólo te
basta sonreírme y escupir una sola palabra;
Y ya las
costillas se me desfiguran,
Y aun así
tienes el descaro de existir,
Pero me
gusta que existas,
Tan adentro
de mi mente, como fuera de ella
¿Escuchas la
lluvia afuera?
Tiene un
ritmo en particular,
Ahora escucha
esto….
El sonido de
mis labios al despegarse de los tuyos;
Una y otra
vez,
En un beso
casi enfermizo
Mi mente
está tan cansada de ti,
Y ya es
tiempo que me lleves a la tuya,
El café
nunca había sido tan dulce;
Desde que
nos enseñamos
Nuestras soledades
¿Me
esperas?,
Quiero compartir
contigo
Todos los
miedos que me has provocado
Agradezco que
seas mi inspiración en estos momentos,
Pero no te
lo aseguro mañana,
Sólo quédate
un rato,
Y recuéstate
a mi lado,
Comparte tu
dimensión conmigo
Sabemos perfectamente
que la piel se vuelve polvo
Y los
pensamientos en palabras,
Y tengo
tantas de ti;
Que quizás,
Sea lo único
que tengas de mí.
Sebastián Oyanedel Davison - Diciembre 2014
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