sábado, 20 de diciembre de 2014

Tú no sabes cómo y todo lo que te he pensado

Y ¿Si me invitas a conocer los monstruos de tu cabeza?,
Esos que guardas tan celosamente,
Quizás; ya los conocía de antes

Sólo una taza de café nos basta para someternos a esta tortura,
Qué manera más dulce de hacernos daño,

Ven aquí, siéntate un rato conmigo,
Estimula mi creatividad,
Expónme a pensar mal de ti,
No sabes las ganas que tengo de morderte el oído,
De jugar entre tus venas,
De escucharte respirar,

Llévame a tu mente
Y no me saques más de ahí,
Tú no sabes cómo y todo lo que te he pensado,
Me gastaste todas las neuronas,
Y ¿Ahora? … ¿Qué más sigue?

No te vengas a hacer la humilde conmigo,
No nos veamos las caras
Entre ególatras

Estás tan dentro de mis sentidos,
Que ya no sé si eres real,
Y aun así tienes el descaro
De sonreírme como si nada hubiese pasado,
Y con aquel mínimo movimiento de tus labios;
Ya es suficiente,
Tan sólo con una de tus palabras;
Y estoy nervioso,
Como si fuera lo único necesario,

Tan sólo te basta sonreírme y escupir una sola palabra;
Y ya las costillas se me desfiguran,
Y aun así tienes el descaro de existir,
Pero me gusta que existas,
Tan adentro de mi mente, como fuera de ella

¿Escuchas la lluvia afuera?
Tiene un ritmo en particular,
Ahora escucha esto….
El sonido de mis labios al despegarse de los tuyos;
Una y otra vez,
En un beso casi enfermizo

Mi mente está tan cansada de ti,
Y ya es tiempo que me lleves a la tuya,
El café nunca había sido tan dulce;
Desde que nos enseñamos
Nuestras soledades

¿Me esperas?,
Quiero compartir contigo
Todos los miedos que me has provocado

Agradezco que seas mi inspiración en estos momentos,
Pero no te lo aseguro mañana,
Sólo quédate un rato,
Y recuéstate a mi lado,
Comparte tu dimensión conmigo

Sabemos perfectamente que la piel se vuelve polvo
Y los pensamientos en palabras,
Y tengo tantas de ti;
Que quizás,
Sea lo único que tengas de mí. 

Sebastián Oyanedel Davison - Diciembre 2014


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