sábado, 13 de diciembre de 2014

Veneno directo al cerebro

El Dios de nuestras palabras está muerto,
Tu mundo y el mío
No eran tan distintos después de todo,

Y me pesan los gestos,
Me pesa la sangre,
Me pesan los pensamientos;
Esos que están llenos de ti

Aún hay música tuya
Alimentándose de mi carne,
Perdona si no pude ver
Tus pestañas mojadas;
No estaba ahí para acariciarlas

El veneno es de color labial;
Con sabor a música,
Tus labios tienen sabor a música
Y quiero morir escuchándote

Deja que mis sueños se terminen
Donde comienzan los tuyos,
Nuestros mundos no eran tan distintos
Después de todo,

Déjame dormir esta noche,
Sólo esta noche,
No quiero probar el aire que tienen tus labios en mis sueños,
Ya no quiero,
Y es que,
Parece un veneno directo al cerebro

Y si ¿Me regalas un poco de tu vida?
Algo de tus recuerdos,
Un poco de tu presente,

Aliviaría en parte
La sensación de tener los huesos estrujados,

Me pesa la sangre,
Esa que no para de fluir,
¿Cómo supero esta desgracia?
Esa que refriega la garganta,
¿Cuándo se cansan los ojos?,
Esta noche quiero dormir

El Dios de estas palabras ha muerto,
En una sobredosis de veneno labial,
Está atragantado de tanto deseo,
De tanto miedo,
No sería malo probar un poco de él,
Tus labios tienen sabor a música,
Y quiero morir escuchándote,
No éramos tan distintos
Después de todo.

Sebastián Oyanedel Davison - Diciembre 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario